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Donde Psicología y Coaching se Encuentran para Transformar tu Vida.

Un espacio para valientes, como tú, que buscan reflexionar, conocerse a sí mismos y alcanzar su máximo potencial.
¡Aquí comienza tu camino hacia el desarrollo personal!

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Rosana Alem

La Historia de Autosuperación que Cambió mi Vida

En 1948, una niña de tan solo ocho años fue enviada a trabajar como interna en la casa de una familia adinerada. Era una práctica común en aquella época para las familias humildes, que veían en esto una forma de supervivencia. Esta niña, con sueños de ir a la escuela y ansias de aprender, se vio forzada a abandonar su hogar y su derecho a la educación. Su mundo se redujo a limpiar y atender las necesidades de sus “patrones”, mientras las suyas propias quedaban en el olvido. Con el tiempo, no solo fue alejada de su familia, sino también trasladada a otra ciudad, lejos de todo lo que conocía. A los 15 años, tras haber crecido prácticamente sola, tomó la decisión más valiente de su vida: regresar a casa. Volvió a su familia, decidida a recuperar el tiempo perdido. Era una hermosa adolescente, y pronto encontró el amor. Se casó y comenzó a construir una familia en un país que ofrecía pocas oportunidades a quienes no pertenecían a la clase alta. La vida no fue fácil. Con su esposo, lucharon por sacar adelante a sus seis hijas, trabajando incansablemente en más de un empleo para ofrecerles lo mejor. Pero el destino le tenía preparada una prueba aún mayor: su esposo falleció joven, dejándola sola, con seis bocas que alimentar y un futuro incierto por delante. A pesar del inmenso dolor, no se rindió. Tomó el desafío con una valentía sobrehumana, trabajando hasta en tres empleos distintos para asegurar el sustento y el futuro de sus hijas. Y lo logró. No solo consiguió ser propietaria de su hogar, sino que también se aseguró de que sus hijas tuvieran la educación que a ella le fue negada. Pero su historia de autosuperación no termina ahí. Con un deseo ardiente de aprender que nunca la abandonó, decidió que era hora de cumplir su sueño. Mientras criaba a sus hijas, emprendió su propio camino educativo y, con el tiempo, se convirtió en una de las mejores enfermeras de su hospital. Hoy, disfruta de su merecida jubilación, en paz y con la satisfacción de haber cumplido todos sus objetivos. No es la historia de alguien que se hizo rico o famoso, pero es la historia de una mujer que, con resiliencia y determinación, superó cada obstáculo que la vida le puso por delante. Y esa mujer es mi madre. Esta es la historia que cambió mi vida. Una historia que no encontrarás viralizada en las redes, pero que merece ser contada, porque es un ejemplo de cómo, con amor, esfuerzo y valentía, se pueden transformar vidas y cumplir sueños. Ella no solo cambió su vida, sino que también transformó la mía y la de todos los que la rodearon. Y eso, para mí, es el verdadero éxito.

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Rosana Alem

¿Cómo te llevas contigo mismo?

Al crecer y convertirnos en adultos, desarrollamos un conjunto de actitudes y creencias sobre quiénes somos y el lugar que ocupamos en el mundo. Estas creencias abarcan nuestras fortalezas, habilidades y capacidades, pero también nuestras debilidades, limitaciones y defectos, influyendo en nuestro ser físico, psíquico, social y espiritual. Este conjunto de actitudes y creencias se conoce, en el ámbito de la salud mental, como Autoconcepto. El autoconcepto es esa imagen mental que construimos sobre nosotros mismos: puede ser tan positivo como ‘Soy un gran vendedor, carismático y sociable’, o tan negativo como ‘Soy un jugador empedernido que pierde todo el dinero ganado en apuestas, lo que afecta mi economía, mi vida social e incluso mi familia’. Son dos caras de una misma moneda. La Autoaceptación, por otro lado, es la capacidad de reconocerse y aceptarse completamente, tanto en lo que más te gusta de ti como en lo que menos. Es aceptar que somos, efectivamente, esas dos caras de la misma moneda. ¿Qué sucede si solo acepto lo positivo de mí? Si solo te enfocas en la parte ‘linda’ de ti, podrías caer en la trampa de creer que los problemas siempre son culpa de los demás: de quien te ganó la apuesta, de tu familia que no te entiende, etc. Buscarás todo tipo de justificaciones que te impidan ver tu lado negativo. ¿Y si solo veo lo negativo? Si solo te enfocas en tus defectos, te convertirás en alguien que no se valora, que se castiga a sí mismo, y que se siente atrapado en un ciclo de negatividad del cual parece imposible salir. ¡Te tengo una buena noticia! Esto puede ser revertido. Si estás dispuesto a trabajar en ti mismo, serás capaz de conocerte en todo tu ser. Quererte y aceptarte es el primer paso para poder cambiar aquello que deseas transformar y potenciar aquellas cualidades que te gustaría llevar a la excelencia. Aceptar a Uno Mismo es también mirar hacia adentro, aprender a valorar todas nuestras emociones, aceptarlas y aprender a expresarlas, sin sentirnos menos. Sin embargo, esto no siempre es fácil. En mi experiencia, he visto que a la mayoría de las personas les resulta mucho más sencillo aceptar y reconocerse en aquellos aspectos que les gustan. ¿Y tú, cómo te llevas contigo mismo?

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Rosana Alem

¿Por qué es tan importante la Salud Emocional?

¿Alguna vez te has preguntado: "¿Por qué me siento así?" Si lo has hecho, ¡felicidades! Estás comenzando a explorar tu salud emocional. Si no lo has hecho, te invito a reflexionar sobre cómo reaccionas ante las diversas situaciones que la vida te presenta. Este es un paso esencial para entender y mejorar tu bienestar emocional. Tener una buena salud emocional no solo implica ser consciente de tus emociones, sino también saber gestionarlas y expresarlas de manera saludable. Es una habilidad crucial que, al desarrollarla, puede transformar tu vida. Salud Mental vs. Salud Emocional. Es importante diferenciar entre salud mental y salud emocional. La salud mental se refiere a cómo procesamos y entendemos la información sobre nosotros mismos y nuestro entorno en un momento dado, abarcando el bienestar psicológico, social y emocional. Por otro lado, la salud emocional se enfoca específicamente en cómo manejamos y expresamos nuestras emociones, basadas en nuestras experiencias y aprendizajes. En esencia, es la capacidad de navegar nuestras emociones de una manera que promueva nuestro bienestar. Personaliza tu Proceso de Gestión Emocional Cada persona tiene una historia única y, por lo tanto, un proceso emocional diferente. Para gestionar tus emociones de manera saludable, es fundamental realizar una introspección y preguntarte: "¿Por qué reacciono de esta manera?" Busca dentro de ti el origen de estas reacciones. "¿Qué experiencias pasadas están influyendo en tu respuesta actual? ¿De qué o de quién te estás protegiendo?" El aprendizaje de cómo gestionar nuestras emociones no es instantáneo ni mágico; es un proceso que requiere paciencia y repetición. El cerebro puede desaprender viejas reacciones y aprender nuevas respuestas, pero esto toma tiempo y esfuerzo. Pasos para Mejorar tu Salud Emocional 1. Reconoce tus emociones: Identificar lo que sientes (alegría, tristeza, ira, ansiedad, etc.) es el primer paso para manejarlas adecuadamente. 2. Autorreflexión: Pregúntate por qué te sientes de cierta manera en determinadas situaciones. Explora las causas subyacentes, hazlas conscientes y acéptalas sin juicio ni vergüenza. Recuerda que aceptar tus emociones no significa que te definan. 3. Reformula tus respuestas: Imagina una nueva y más saludable manera de responder ante esas situaciones. Practica esta nueva respuesta hasta que se convierta en tu reacción natural. Desarrollar una salud emocional sólida es un camino continuo. Se trata de conocerte a ti mismo, de aprender a manejar tus emociones y de ser amable contigo mismo en el proceso. Al final del día, la salud emocional no solo mejora tu bienestar, sino que también enriquece tus relaciones y tu calidad de vida.

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Rosana Alem

Superando la Soledad: Encuentra Conexión y Reconstruye Tu Bienestar Emocional

La sensación de soledad y aislamiento es una experiencia profundamente personal y a menudo difícil de expresar. Muchas personas en situaciones de pérdida, como la muerte de un ser querido, cambios importantes en la vida, o simplemente una desconexión interna, pueden sentirse atrapadas en un abismo de soledad. Este sentimiento no siempre se debe a la falta de compañía física; más bien, surge de la percepción de que nadie puede realmente comprender la profundidad de su dolor. Cuando atravesamos estos momentos difíciles, la soledad puede sentirse como un peso abrumador, un vacío que parece imposible de llenar. Es fácil creer que nadie puede entender lo que estamos pasando, y quizás eso sea cierto en algún sentido: tu dolor es único, íntimo, y profundamente personal. Habrá quienes se acerquen, que extiendan una mano solidaria, que intenten comprender y ofrecer consuelo. Y aunque es reconfortante saber que no estás solo en tu lucha, el trabajo real de sanar empieza dentro de ti. Reconocer y trabajar ese dolor es fundamental. Sé que no es fácil. La soledad puede robarte la fuerza, las ganas, la voluntad de seguir adelante. En esos momentos, es crucial tomarse un respiro, literal y figurativamente. Una respiración profunda puede darte esos segundos de quietud mental y descanso físico necesarios para dar el siguiente paso: pedir ayuda. Y aquí es donde quiero hacer una pausa importante. No todos se atreven a pedir ayuda. ¿Por qué? Porque solo los valientes lo hacen. Aquellos que son capaces de reconocer su necesidad de apoyo, y que están dispuestos a abrirse y dejarse acompañar en su dolor, son quienes realmente están listos para sanar. Pero más allá de recibir ayuda, lo que importa es tu disposición a trabajar en ese dolor, a enfrentar lo que te ha llevado a este lugar oscuro. Esto implica un compromiso contigo mismo, un reconocimiento de que este proceso no será fácil y que te llevará a confrontar partes de ti mismo que quizás preferirías ignorar. Salir de la zona de confort es esencial para avanzar. No me refiero solo a la comodidad física, sino a esa zona de confort psicológica donde, a pesar del dolor, preferimos quedarnos antes que enfrentar el miedo al cambio. Es una paradoja dolorosa: aunque nos duela, a veces es más fácil permanecer en lo conocido que arriesgarse a lo nuevo, a lo desconocido. Después de haber acompañado a muchas personas en sus procesos de superación, puedo decirte que este paso difícil, pero valiente, es crucial para sanar. Un ejemplo es Sara, que, devastada al perder su trabajo, teniendo una familia a su cargo, pensaba que nadie comprendía su profundo dolor. Sin embargo, al dar ese importante paso, comenzó a reconectar consigo misma. No fue fácil; enfrentó una montaña rusa de sensaciones y emociones. Pero al final, sanó su herida y desde ese nuevo lugar se reinventó en su carrera. Otro ejemplo que quisiera compartir es el mío: si miro hacia mi pasado, veo una adolescencia solitaria, enmascarada por una aparente seguridad y un velo de "no es importante". Pero cuando decidí enfrentar ese miedo, reflexioné profundamente y trabajé duro. No fue fácil, pero con la guía adecuada, logré convertirme en la persona que soy hoy: una profesional que ama su trabajo, que es feliz con la familia que ha formado, y que sueña constantemente con ayudar a más y más personas Y hay muchos más ejemplos que lo demuestran: aunque es difícil, no es imposible. Con el apoyo adecuado y un firme compromiso contigo mismo, puedes reconectar, sanar y emerger más fuerte y completo que nunca.